26/10/2007

La bandera de los derechos

Es cosa de cada día ver como hay algunas personas, sin ton ni son, tiran a la calle vasos, fundas, cucharas plásticas, gallejos de naranjas, y todo lo que se le ocurra a usted, para después exigir a las autoridades edilicias que recojan la basura, pues "las calles están muy sucias". Asimismo, vemos como personas que no tienen ninguna enfermedad(excepto la falta de voluntad), salen a pedir a la calle, cual si fuera una profesión. Se inventan historias, se disfrazan o ponen cara de "gato de Shrek 2" (el de la foto), todo por no involucrarse en una actividad productiva.

Debe ser que a nuestro pueblo "historicamente tan golpeado", el único remedio que le han encontrado es enarbolar por todo lo alto la bandera de los derechos y esconder en un baúl polvoriento la bandera de los deberes, para pasar a convertirse en una pequeña Roma más.

Es un tema del que no se hablaría si la gente entendiera que para que nuestro país sea el que soñamos tenemos que poner todos de nuestra parte, y sin embargo hemos caído en una cultura de "comodidad mórbida" (corrijame un sociólogo, si hay otro término más adecuado) que se agrava a diario.

Es triste ver como otros países, con menos posibilidades que el nuestro, han salido adelante y tienen dificultades, pero las enfrentan juntos y no enmudecen cuando de defender su patria se trata. Y no estoy hablando de guerras o enfrentamientos armados, estoy hablando de defender las costumbres, los valores, la identidad; estoy hablando de resolver los problemas sociales con responsabilidad y civismo; y en fin estoy hablando de tratar este nuestro país como lo que es: la tierra que nos vió nacer y que verá nacer a nuestros hijos. Ojala no sea yo el único que este pensando en esto.

Luis Eduardo Aute - Sin tu Latido

Es increible como a veces el amor nos gana la batalla, que se supone el orgullo debe ganar...
JDRP

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Hay algunos que dicen
que todos los caminos conducen a Roma
y es verdad porque el mío
me lleva cada noche al hueco que te nombra
y le hablo y le suelto
una sonrisa, una blasfemia y dos derrotas;
luego apago tus ojos
y duermo con tu nombre besando mi boca.

Ay, amor mío,
qué terriblemente absurdo
es estar vivo
sin el alma de tu cuerpo,
sin tu latido.

Que el final de esta historia,
enésima autobiografía de un fracaso,
no te sirva de ejemplo,
hay quien afirma que el amor es un milagro
que no hay mal que no cure
pero tampoco bien que le dure cien años;
eso casi lo salva,
lo malo son las noches que mojan mi mano.

Aunque todo ya es nada,
no sé por qué te escondes y huyes de mi encuentro.
Por saber de tu vida
no creo que vulnere ningún mandamiento;
tan terrible es el odio
que ni te atreves a mostrarme tu desprecio,
pero no me hagas caso,
lo que me pasa es que este mundo no lo entiendo.

Luis Eduardo Aute - Sin tu Latido